Aprender y degustar
El viaje por diferentes ciudades y regiones de Polonia permite también descubrir sabores locales o relacionados con la gastronomía polaca. Por ejemplo, paseando por el casco antiguo de Cracovia, a cada paso veremos pequeños puestecitos donde se venden las rosquillas de Cracovia (obwarzanek). En Poznań, habría que probar los Cruasanes de San Martín. La historia de ambos productos y los secretos de su elaboración los descubren los museos: el de obwarzanek y el de cruasán en las respectivas ciudades.
Visitando la casa natal de Copérnico en Toruń, ¿porqué no acercarse a aprender cómo se hacen las pastas de miel y especias? Es una receta que ha perdurado siglos y las pastas, piernik o pierniczki, son el símbolo gastronómico de esta histórica ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.
Hay cierta polémica sobre cuándo y dónde se inventó el vodka: podéis obtener las respuestas en el Museo del Vodka polaco, en Varsovia. La cerveza es una bebida muy popular en Polonia y su producción se remonta a siglos atrás. Hay diferentes museos que, además de hablar de las peculiaridades de la producción local, cuentan leyendas e historias del lugar. En Poznan se puede visitar la fábrica de la Lech; en Tychy (Silesia), la de la cerveza Tyskie; en Wrocław, Browar Stu Mostów que elabora la cerveza local artesana.
Visitando el Parque Nacional Ojcowski (cerca de Cracovia), podéis almorzar una suculenta trucha, criada en las piscinas naturales de los ríos del parque.