Costumbres polacas
Eslavos pero latinos, centroeuropeos pero mediterráneos… los polacos siguen siendo bastante fieles a sus costumbres y tradicionales con respecto a las normas de comportamiento, y para ellos la educación es muy importante. Pero ante todo, los polacos son muy hospitalarios: dice un refrán que huésped en casa, Dios en casa.
El carácter polaco
En esta nación de costumbres arraigadas, la hospitalidad se demuestra recibiendo a los huéspedes con pan y sal, una tradición que perdura principalmente en ambientes rurales. Así, las barreras lingüísticas desaparecen y la cordialidad del gesto sustituye a las palabras amables.
De la misma manera que cada pueblo tiene su idiosincrasia, así ocurre con los polacos, que por un lado están muy unidos a su historia, tradiciones y cultura, y por otro mantienen altos grados de individualismo.
La tradición sármata (una cultura prerromana de Europa del Este) ha influido mucho en el carácter polaco, que se define como una mezcla de rasgos de hospitalidad, despreocupación, derroche de generosidad, alto sentido de honor y un peculiar sentido del humor.
Semejante mezcla provoca una gran diversidad y un trato humano interesante. Al polaco le gusta mucho hablar de su familia y de política, también de sus sueños y, aunque tiende a quejarse, siempre encuentra un punto de vista optimista.
Por la calle, puede que el polaco se muestre bastante reservado en un primer momento, pero pronto rompe el hielo. Al saludarse raramente se besan, a no ser que sean personas muy cercanas y, por lo general, la gente que no se conoce bien no se tutea. Incluso la gente que se conoce sigue tratándose de “señor” (Pan) y “señora” (Pani). Para los polacos es importante diferenciar entre conocidos y amigos, una palabra que solo utilizan para hablar de personas verdaderamente cercanas.
Los hombres, por lo general, se demuestras maneras caballerescas que para los españoles pueden resultar algo anticuadas: ceden el paso a las mujeres, les besan las manos, les ofrecen fuego o se levantan para saludarlas. En la mayoría de los casos, es el hombre quien paga las consumiciones de la pareja.
En un restaurante o cafetería no está bien visto el hablar en voz muy alta ni, por ejemplo, fumar entre plato y plato.
El polaco disfruta compartiendo una buena comida que se alargue con charlas interminables. Antes, de hecho, era costumbre ceder la propia cama a los invitados a casa. Una de las formas en que se materializa la mencionada hospitalidad es la abundancia de comida que se sirve a la mesa. A cambio, los anfitriones esperan que se valore dicha hospitalidad. Os presentamos algunas curiosidades al respecto:
- Puede que el anfitrión te ofrezca quitarte los zapatos y calzarte unas zapatillas, cuidando así de tu comodidad y de la limpieza de la casa.
- Si te han invitado a comer, es mejor que llegues con hambre ya que las comidas son copiosas y precisamente una de las maneras de demostrar la mencionada hospitalidad es sirviendo raciones grandes. Además, tanto la comida como la cena suelen contar con varios platos.
- Si no bebes alcohol será mejor que pongas una buena excusa.
- Es costumbre besar la mano de las muejres mayores para saludarlas.
- El té es una bebida muy popular en Polonia y no es extraño que te la ofrezcan para acompañar la comida.
- Intenta dejar los platos vacíos, en caso contrario pensarán que no te ha gustado la comida. No está de más, al terminar la comida, dar tu opinión (obviamente conviene que sea positiva).
- No siempre se ponen servilletas individuales, puede que solo haya un servilletero común para caso de necesidad. Asimismo, está mal visto mojar el pan en las salsas o desmenuzarlo directamente sobre el mantel.
- En los medios de transporte público es costumbre ceder el asiento a las personas mayores, mujeres embarazadas y mujeres con niños pequeños.
- La propina (alrededor de un 10%) en los restaurantes no es obligatoria, pero sí está bien vista si el servicio ha sido de tu agrado.
Tolerancia religiosa
Aunque el 90% de los polacos se declaran católicos, también abundan las mezquitas, sinagogas e iglesias ortodoxas. Además de los católicos, en Polonia hay medio millón de feligreses de la iglesia ortodoxa, 130.000 testigos de Jehová, musulmanes y otros fieles.
Antes de la Segunda Guerra Mundial Polonia era un país en el que convivían varias religiones, cuando sus fronteras eran muy diferentes a las actuales. En las regiones orientales de Polonia perdura la religión ortodoxa y musulmana. Estos últimos tienen sus mezquitas más representativos en Bohoniki y Kruszyniany, mientras que algunos de los templos ortodoxos más bellos se encuentran en las montañas de Bieszczady.
Antiguamente existían sinagogas prácticamente en todas las localidades del país. Después del Decreto de Isabel la Católica, algunos judíos de España viajaron hasta Polonia, donde el Rey Casimiro les donó unas tierras que hoy conforman el actual barrio judío de Kazimierz de Cracovia.
Frente al fenómeno de las guerras religiosas en Europa, Polonia se declaró „tierra sin fuegos„. Esta declaración se incribe en la lista de los documentos más importantes de la Humanidad según la UNESCO. Por ello y por otros muchos motivos, podemos hablar de Polonia como un país de gran tolerancia religiosa en el que siempre han convivido pacíficamente varias religiones.
Tolerancia LGTB
Pocos países pueden presumir de no haber penalizado alguna vez en su historia la homosexualidad. En Polonia se prohibió entre 1835 y 1932, durante el periodo de dominación rusa, y poco después de haber recuperado la independencia.
No obstante, la tolerancia hacia el colectivo gay sigue creciendo, manifestándose ello en la ley polaca de protección del colectivo frente a cualquier tipo de discriminación.
La Constitución polaca, por su parte, garantiza igualdad a todos los ciudadanos y prohíbe la discriminación. Sin embargo, no están permitidos los matrimonios de personas del mismo sexo ni tampoco la adopción de niños por este tipo de parejas.
Los partidos de izquierdas declaran abiertamente su apoyo a los homosexuales, mientras que la actitud de los partidos de derecha es más reservada al respecto.
Entre la gente joven, sobre todo en las grandes ciudades, la tolerancia hacia los gays y lesbianas es mucho mayor que en las pequeñas localidades. En Varsovia, Cracovia, Wroclaw, Poznan, Gdansk o Lodz existen muchos locales declarados como gay-friendly, siendo la capital polaca una de las más preparadas para acoger el turismo gay.