Planes gastronómicos en Cracovia
El tentempié de Cracovia
Es imposible no topar en algún momento del día con los pequeños puestos callejeros llenos de rosquillas. Pero no se trata de una rosquilla cualquiera: el obwarzanek, cuya receta era un secreto (o eso dicen), tiene sus orígenes en la Edad Media cuando era comida principal durante la Semana Santa. Pero se hizo tan popular que actualmente se hornea todos los días. Ya es un icono la imagen de los habitantes de Cracovia con un obwarzanek en la mano yendo al trabajo, saliendo a media mañana para pillar uno, o subir al tren con algunos para comer durante el viaje. Sigue habiendo tres versiones de esta rosquilla de Cracovia: con semillas de amapola (nuestro favorito), con semillas de comino o cubierto ligeramente con sal gorda. Su sabor y su módico precio (menos de 1 euro) harán que ¡repetirás!
No, no puedes llevarlos de regalo de vuelta: es preferible consumirlos a lo largo del día. Así que disfruta de este tentempié estando en Cracovia.
No hay buena comida sin sopa
Los polacos son muy fieles a este dicho así que, aunque haga calor (hay sopas frías), no te prives de degustar un plato de cuchara. Hay muchas sopas comunes para todo el país, pero estando en Cracovia, prueba el biały barszcz, es decir borstch blanco. La palabra barszcz (conocida en español como borstch) no es necesariamente el caldo de remolacha, sino cualquier sopa ácida, cuya base es masa fermentada de centento, remolacha, pan, etc. La variedad cracoviana incluye un delicado caldo de conejo y salchicha blanca, y esta sopa, bien preparada, no es nada grasienta ni contundente – todo lo contrario: su sabor, aunque un poco exótico, es elegante y, al mismo tiempo, reconfortante. Y, además, sano, según las últimas tendencias en nutrición. Si queréis probar esta sopa, consultad los menús de los restaurantes y buscad biały barszcz.
La tatarabuela de la hamburguesa
Preguntarás porqué comer una hamburguesa en Cracovia, siendo un plato global. Es que antes de que apareciera la hamburguesa que conocemos hoy en día, en Cracovia ya la habían inventado. Es conocida en la ciudad bajo el nombre de maczanka krakowska y la principal diferencia consiste en la manera de preparar la carne: condimentada y guardada durante 12 horas, no solamente se fríe sino también cuece en un caldo con un poco de nata. El resultado es una „hamburguesa” muy tierna, delicada y con sabor diferente. Se sirve en un pan con acompañamiento de salsa de la cocción, pepinillos encurtidos (no en vinagre, es decir más beneficiosos para la salud) y alguna verdura aparte.
Hay dos maneras de probar maczanka krakowska. Bien en un restaurante, o tipo „comida callejera” en puestos que la venden por el barrio judío de Kazimierz y, sobre todo, por la noche.
Tarta de queso de Cracovia
Es conocida en Polonia como sernik krakowski. La principal diferencia con otras tartas de queso son dos capas de masa fina: debajo y encima. Entre ellas, rica masa de queso blanco fresco con uvas pasas y piel de naranja confitada. Servido con un café, es un clásico.
Ya tenéis la propuesta del menú tradicional basado en las centenarias recetas de la ciudad, algunas rescatadas del olvido. Ahora preguntaréis con qué acompañar la comida o dónde comer.
Restaurantes de la ciudad
La verdad es que hay muchos y para diferentes bolsillos. Excepto los de comida italiana, asiática, etc., la mayoría están incorporando éstos y otros platos tradicionales en su menú. Se concentran en el casco antiguo y en el barrio judío de Kazimierz. En uno de ellos, Bazaar Bistro (en Kazimierz), probamos tanto biały barszcz como maczanka krakowska y quedamos muy satisfechos. El sernik krakowski lo podéis probar en casi cualquier cafetería (hay muchas) a media mañana o para merendar. Si preferís lugares más tranquilos, os animamos, sin embargo, a buscar los restaurantes que están muy cerca del casco antiguo pero ya fuera del jardín de Planty que lo rodea. Un ejemplo: el restaurante Klimaty Południa.
Cerveza y vino polacos
Si acabamos de mencionar un restaurante concreto es por su asombrosa carta de vinos polacos, algunos de la región de Cracovia. La producción de vino en Polonia se está recuperando después de haber desaparecido todos los viñedos del país en los años ochenta del siglo pasado. Los que han resurgido de sus cenizas son empresas pequeñas que sacan pocas botellas al año y cuyo precio, por lo tanto, es bastante elevado. Pero un sibarita se quedará gratamente sorprendido y más que contento probando los caldos polacos.
La cerveza también es buena opción. La marca que tiene sus orígenes en Cracovia se llama Okocim y también se pueden encontrar cervezas regionales, por ejemplo Leżajsk, junto con muchas otras que provienen de la vecina Silesia.